Hoy
te escribo querido abuelo porque la nostalgia me ha embargado nuevamente y tu
recuerdo sigue latente en mi memoria. Tal vez porque compartimos muchas cosas o
porque a tu modo supe que me querías. Digo “a tu modo” porque tú sabes muy bien
cómo eras… de carácter hostil, malcriado, soberbio, distante, egocéntrico y más.
Y
aunque después del accidente que sufriste, sentiste que tu vida dio una vuelta
de 360°, yo sé que cambiaste, quisiste más a tu hijo, y te diste cuenta que
tenías a una familia, que a pesar de todo te quería. Y aunque suene un poco
triste, prefiero recordarte en ese momento que quedaste postrado en cama,
porque fue ahí donde realmente nos acercamos y fuimos amigos.
Tus
pocos copos de nieve pintados por el paso de los años me demostraron que habías
vivido mucho pero no todo lo que tu hubieses querido. ¿Sabes?, muchos años te
tuve miedo. Tu mirada fría y calculadora, tu distanciamiento me dolía y me
preguntaba, “¿Por qué este señor no puede ser como mi Tati?, ¿Acaso hago algo
malo para que me mire así?”, preguntas de una pequeña niña de tan solo 5 años
que solo quería acercarse a ti y abrazarte pero no sabía cómo.
Tal
vez la enfermedad del olvido ayudó a que seamos más cercanos, a eso se acopló
el trémulo de tus manos con los que me abrazabas y el gélido beso con el que
nos despedíamos en esa cama clínica que acaparaba el comedor de la casa. A
pesar de todo sabes lo mucho que te quiero, sabes que me afecto demasiado tu
partida, vivir juntos toda una vida y luego saber que no estarás más ahí, le
dolió a esa chica de 13 años.
La
forma de cómo me enteré de que te fuiste de mi lado me carcomió la piel, sentí
que entraba en un cuarto oscuro, el vértigo que sacudió mi cabeza fue imparable,
estuve buen tiempo en shock el cual me llevó a otra realidad, una donde quería
pensar que seguías vivo. Pero no es así, hace 6 años que te fuiste para no
sufrir más, pero dejaste en mi vida tu huella y me enseñaste que cuando uno de
verdad está arrepentido de todo lo malo que pudo hacer, el perdón es la gran
recompensa que puede obtener.
No
te preocupes abuelo, aún sigo rezando por ti, por tu alma, para que en un
momento de ese largo tramo “que es pasar a la otra vida”, te puedas encontrar
con mi abuela y tus seres queridos. Un abrazo, un beso, te quiero… “soy una
sirena”, ¿recuerdas?
Lucerito
Yo tengo pocos recuerdos de mi abuelo paterno, pero gracias a Dios son muy buenos y bellos recuerdos de niña.
ResponderEliminarTu publicacion a arrancado algunas lagrimas de mis ojos... me hubiera gustado estar mas tiempo con mi abuelo y conocerlo... tu si pudiste acercarte mas al tuyo, es un regalo que Dios les dio a los dos.El te cuida de arriba.